Pedir la mano puede ser nervioso y estresante, pero no obstante, es un momento que nosotros los hombres esperamos hacer el mas memorable. Para este día, le pedí a Meli que empacara una mochila pequeña, con la excusa de que se quedaría a dormir, para las actividades del día siguiente. Una vez que la recogí, le pedí su pasaporte, el suspenso en ella era claro, realmente se notaba que tenía una idea. Aunque la vi “sospechando”, poco sabía lo que se venía. Había reservado un hotel muy especial en la Ciudad de México y encontré en las pirámides de Teotihuacán un área única para paseos en globo. Ambos deseábamos vivir esa experiencia, esto me dio la idea perfecta de cómo pedirle la mano. Cuando llegamos al aeropuerto, bromeaba sobre dónde iríamos de viaje, fue hasta que ella se sentó en el avión, que se dio cuenta que era la Ciudad de México. Después de que el chófer nos recogió, en camino al hotel, le estaba dando pequeñas pistas de los planes. Mientras cenábamos, le dije que teníamos que despertarnos a las 4 am, ¡la conmoción en su cara!. Una camioneta nos recogió para llevarnos al lugar donde montaríamos el globo. Allí, le mentí y le dije que necesitaba firmar un permiso especial, en realidad, fui a planear con el piloto a qué hora hacer la pregunta. En el aire, el piloto le hizo creer que teníamos algunos problemas y que necesitábamos decender, solo para encontrar una camioneta, con un letrero que decía "¿Quieres casarte conmigo?". Cuando finalmente notó el letrero desplegado, ella volteo y me miró con una cara risueña, mientras yo sostenía la caja del anillo. En ese instante, ambos con los ojos aguados, susurró ¡SÍ! Una vez que aterrizamos, brindamos con champaña y el Sr. Mario Bros (el piloto del globo) recitó una hermosa oración, de allí desayunamos y nos apuramos para regresar a la ciudad, para explorar y comer unos auténticos tacos mexicanos, todo en tan solo unas horas. Regresamos a Miami ese mismo día, 23 hrs muy especiales en la Ciudad de México.